Fomentar el cambio internacional desde las raíces locales

El año pasado se han agravado las grietas existentes en la sociedad para las mujeres: la repentina aparición de una pandemia mundial ha visto a las mujeres desproporcionadamente afectadas por el desempleo, la pobreza y la violencia.

Y aún así, las mujeres siguen haciendo cosas extraordinarias. En diseñando la vacuna COVID-19 y proteger 500.000 acres de selva tropical de la extracción de petróleo, a crear una herramienta para detectar la desnutrición en niños afectados por crisis, y organizar una huelga nacional en protesta por la brutalidad contra las mujeres. Incluso hay datos lo que sugiere que los países dirigidos por mujeres tienen tasas de mortalidad COVID-19 más bajas y mejores resultados económicos. Estos logros son sólo una pequeña representación del potencial de las mujeres en todo el mundo, del que en gran parte no se informa.

Para celebrar mejor los logros sociales, económicos, culturales y políticos de las mujeres, el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia tendrá lugar el 11 de febrero. Igualmente importante, Día Mundial de la Justicia Social - que promueve la necesidad de la igualdad de género y los derechos de todas las personas- está programada para la semana siguiente, el 20 de febrero. No se trata de meras fechas en un calendario, sino de recordatorios de los pasos que se han dado para empoderar a las mujeres, y de las iniciativas a nivel local que ofrecen a las mujeres de todos los orígenes oportunidades más justas y mejores.

En el Proyecto Florecer, nuestros talleres y cocinas comunitarias están ayudando a las jóvenes de América Latina a convertirse en líderes seguras de sí mismas y con conciencia social. A medida que nos adentramos en un nuevo año, y nos acercamos a los dos días emblemáticos de la ONU, he aquí cómo estamos contribuyendo al panorama más amplio del éxito femenino, empezando en las soleadas calles de Medellín.

Talleres para implicar, educar y evocar el cambio

Las mujeres han estado infrarrepresentadas en Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas (STEM) desde hace años. Menos del 30% de los investigadores del mundo son mujeres, y las que trabajan en este campo tiende publican menos y reciben salarios más bajos que sus homólogos masculinos. El problema tiene su origen en los prejuicios y estereotipos en la educación, ya que sólo 35% de los estudiantes de STEM en la enseñanza superior son mujeres, y menos del 20% de los doctorados se han concedido a mujeres en el pasado.

Para cambiar la narrativa, la puerta de entrada y la visibilidad de las mujeres en STEM, es necesario que haya más esfuerzos conscientes para inspirar e implicar a las mujeres en estas materias desde una edad temprana.

El Proyecto Florecer ha plasmado estos esfuerzos en talleres para mujeres jóvenes de Medellín. Nuestras sesiones son un lugar para el aprendizaje práctico y técnico, profundizando en habilidades duras centradas en STEM que las mujeres desarrollan en pequeños pasos cuantificables. Los talleres combinan tareas independientes, en parejas y en grupo, además de debates y juegos para lograr una experiencia educativa divertida e interactiva.

El marco de nuestros talleres está diseñado junto con educadores, trabajadores sociales y psicólogos internacionales, y se divide en cuatro modelos: autoconocimiento, inteligencia emocional, comunicación y relaciones interpersonales, y liderazgo. Cada modelo facilita a las mujeres la comprensión de sus valores y propósitos, y cómo apropiarse de su futuro. Trabajamos con las mujeres aumentando su confianza y empleabilidad mediante el desarrollo personal y profesional.

También ayudamos a las mujeres a desarrollar habilidades interpersonales que pueden aplicarse a múltiples sectores y disciplinas. Desde hablar en público hasta dar opiniones constructivas y negociar conflictos, orientamos a las mujeres hacia el crecimiento personal y profesional a largo plazo. Estas habilidades no sólo proporcionan a las mujeres una ventaja competitiva muy necesaria en sus carreras, sino que también las capacitan para ser sus propias agentes de cambio en su comunidad inmediata y más allá.

Cocinas comunitarias que alimentan a las familias y un nuevo statu quo

Todos los días se producen injusticias sociales para las mujeres, a las que se niega la oportunidad de ganar dinero, aprender y dirigir en todo el mundo. Cifras de Oxfam muestran que la mayoría de las personas que viven en la pobreza son mujeres; 153 países tienen leyes que discriminan económicamente a las mujeres; y una de cada tres mujeres sufre malos tratos a lo largo de su vida.

En la pandemia actual, estas injusticias se han exacerbado. Las pérdidas de empleo de las mujeres son 1,8 veces mayor que la de los hombres, y las estimaciones muestran que otros 11 millones de niñas podrían abandonar la escuela debido al COVID-19. Sólo en América Latina, las predicciones indican que 118 millones de mujeres se verán abocadas a la pobreza, mientras que las denuncias de violencia contra las mujeres han aumentado hasta un 90%.

Desde entonces, el Secretario General de la ONU advertido a “El COVID-19 podría revertir los escasos avances logrados en materia de igualdad de género y derechos de la mujer”.

En respuesta, el Proyecto Florecer ofrece a las mujeres latinoamericanas una vía para romper los ciclos de pobreza, subempleo, subeducación y abusos. En la pandemia, y posteriormente crisis alimentaria en la región, hemos puesto en marcha cocinas comunitarias por todo Medellín para atender a algunas de las mujeres y familias más empobrecidas de la ciudad. Estos comedores están gestionados por mujeres locales de la zona, que reciben formación en liderazgo, logística y finanzas para llevar a cabo su trabajo.

Dos días a la semana, cuando las cocinas están abiertas, organizamos un taller de una hora de duración para ayudar a las voluntarias a aprender nuevas habilidades mientras preparan comidas calientes y saludables para 400 personas (muchas madres solteras o refugiadas de Venezuela). Además, a cada mujer se le asigna el papel de “Jefa de Cocina” para que practique cómo dirigir y orientar a otras. Todo el trabajo se lleva a cabo bajo la dirección del Proyecto Florecer, y a todos los participantes se les proporciona un EPI totalmente conforme y siguen las normas de bioseguridad COVID-19.

Estas cocinas son un paso necesario para empoderar a las mujeres en un momento especialmente vulnerable. Hemos creado un espacio que combina empleo, educación y visibilidad para las mujeres, donde pueden servirse a sí mismas y a sus comunidades, y lograr colectivamente una mayor justicia para las mujeres.

Norma, una de las madres solteras que colabora con el Proyecto Florecer desde la primera cocina del Barrio Antioquia, señala que “el grupo de mujeres que trabajamos juntas en la cocina estamos muy unidas, somos un equipo”. Evenlin, una de las voluntarias más recientes de Venezuela, comparte el sentimiento de comunidad. “Ha sido una experiencia realmente hermosa”, dice, “el primer día que oí hablar del proyecto en nuestro barrio, supe que quería formar parte de él. Me encanta ayudar a los demás”.

El Día Mundial de la Justicia Social y el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia deben aprovecharse como momentos para reconocer y elevar a las mujeres de todo el mundo. Al mismo tiempo, son un duro recordatorio de que las mujeres siguen teniendo que luchar por un lugar igualitario y seguro en la sociedad. Y aunque no es tarea fácil desmantelar los sistemas que reprimen a las mujeres, las organizaciones locales como el Proyecto Florecer están plantando las semillas del cambio y alimentando un mundo en el que las mujeres estén sanas, sean felices y se las escuche.

Escrito por Grace Brennan.

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